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Educación y poesía
Es cierto que la poesía es una aspiración a la
belleza, pero también lo es que puede ir más allá, mucho más allá. ¿Que cómo
fundamento está opinión? Veamos:
Un lejano día leí en Ortega y Gasset que la poesía es
un medio para llegar al conocimiento. Cosa que entonces me sorprendió
sobremanera, pero a lo largo de la vida he descubierto que esta afirmación no
es en absoluto una ocurrencia gratuita.
Un poco antes –y nada importaría que fuera un poco
después-, en el ensayo sobre Walt Whitman, había leído estas valientes
afirmaciones de José Martí, el poeta que cultivó una rosa blanca:
¿Quién es es el ignorante que mantiene que la poesía no es indispensable a
los pueblos? Hay gentes de tan corta vista mental, que creen que toda la fruta
se acaba en la cáscara. La poesía, que congrega o disgrega, que fortifica o
angustia, que apuntala o derriba las almas, que da o quita a los hombres la fe
y el aliento, es más necesaria a los pueblos que la industria misma, pues ésta
les proporciona el modo de subsistir, mientras que aquélla les da el deseo y la
fuerza de la vida.
Por otra parte, en “Las palabras de la tribu”, José
Ángel Valente afirma que “La poesía es,
antes que cualquier otra cosa, un medio para alcanzar el conocimiento de la
realidad”, que viene a ser coincidente con lo que había dicho Ortega.
Y como colofón a todo ello, un día se pusieron ante
mis ojos estas sabias palabras de Nietzsche, el filósofo que pedía a
martillazos la transmutación de los valores:
“Parece claramente que lo principal en el cielo y en la tierra es obedecer
largo tiempo y en una misma dirección: a la larga resulta de ello algo por lo
que vale la pena vivir en esta tierra, como por ejemplo la virtud, el arte, la
música, la danza, la razón, el espíritu, algo que transfigura, algo refinado,
loco o divino”
Y yo me pregunté: ¿o sea que se puede vivir sin
maldades, sin patrañas, sin mentiras, sin estolideces, sin odio, sin
subterfugios perversos, sin obscenidades, sin ostentación, sin lujos, sin
prevaricación, sin cohecho, sin soberbia, sin mangarrufas, sin especulaciones,
sin corrupción, sin pisar a los demás por el simple hecho de que están
económicamente unos peldaños más abajo?
Claro que se puede. Pero esto hay que mamarlo ya en el
primer aliento y seguirlo mamando hasta el último: en la casa, con unos buenos
padres; en el colegio, con unos buenos maestros; en la universidad, con unos
buenos profesores; en el aprendizaje, con unos buenos jefes. Y en la sociedad,
con unos buenos gobernantes. ¿De qué otra forma se va a habitar el mundo del
trabajo sin pensar exclusivamente en la zancadilla y el beneficio?
La educación no es solo una buena inversión, sino que
es, sin duda, la inversión más rentable de todas cuantas se puedan realizar,
tal vez la única que de verdad puede sacarnos no ya de la crisis económica que
atravesamos, sino de la honda crisis moral que nos apabulla, nos acogota, nos
hunde.
Y la educación empieza en el mismísimo nacimiento y
llega hasta mismísima entrega del espíritu, tal como sugieren estos versos con
los que yo quiero rendir, aquí y ahora, un humildísimo homenaje a mis padres, a
mis maestros, a mis profesores, a mis filósofos y a mis poetas.
De la cuna más tierna a la mortaja,
cada grano es deudor de cada paja.
Un abrazo
Mariano Estrada www.mestrada.net Paisajes Literarios
¡Mi estimado Amigo, Mariano, me identifico plenamente con hacer de la educación el espacio ideal para desarrollar, en las presentes y futuras generaciones, la sensibilidad hacia el arte principalmente, amor por las letras, porque sino llegaríamos a un estado de insensibilidad tal, que toda la especie humana estaría al borde de un abismo: su extinción!
ResponderEliminarPues yo me alegro mucho, Dalit Rafael: los que creemos en ello tenemos que elevar mucho los gritos, porque la insensibilidad de la que hablas está bastante implantada. Gracias. Un abrazo y feliz año nuevo.
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