Patricia, cuando era adolescente
La colaga (*)
La
niña va por el miedo
de
la colaga.
La
noche es sombra.
La
luna es vaga.
La
brisa mueve en los chopos
un
pulpo de ramas largas.
La
niña va por sus tiemblos
de
rosa y malva.
Los
dedos de los espinos
se
van cogiendo a su falda.
La
ranas croan.
Los
grillos cantan.
El
pueblo duerme en sus gentes
un
sueño hacia la alborada.
Y
sola, sola, la niña
que
vuelve a casa.
Un
qué la asusta.
Un
qué la espanta.
Un
qué le sube
por
la garganta.
Sus
ojos, que miran fijos,
se
le hacen aguas.
¿Quién
es el que anda?
Una
luciérnaga acaso,
un
gato, alguna alimaña...
Corre
que corre, la niña.
La
niña corre y resbala.
Nadie
la sigue.
Nadie
o... la nada.
El
corazón le palpita,
le
trota el alma.
Huye
que huye, al galope,
la
niña de los fantasmas.
Llega
a la casa.
Su
padre espera a la puerta
con
una vara.
Él
se la enseña.
Ella
le abraza.
¡Qué
miedo, padre, qué miedo
por
la colaga!
(*) Una colaga es una callejuela estrecha
Poesía
elemental
Mariano
Estrada www.mestrada.net
Paisajes Literarios
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