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Romance del perro desventurado
Siendo
una hora imprecisa
de una
mañana cualquiera,
un
perro desventurado
olisqueaba
a mi puerta.
- ¿Qué
haces aquí, perro tonto?
- Ando
buscando a mi perra.
Mi
perra blanca, lanuda,
con
arrequives y perlas;
vestida
toda de largo,
muy
rozagante, muy bella.
Tiene
un lunar en el pecho
y un
corazón y una estrella.
Por el
lunar sabe a noche
cerrada
como tiniebla;
la
estrella tiene una cola
y el
corazón una flecha.
Puede
que tú la hayas visto,
puede
que pronto la veas.
Sus
ojos son como auroras
que
amasan pan de cerezas.
Abre
la boca con gracia
y
tuerce un punto la lengua.
Tres
días llevo buscando,
tres
largas noches sin verla.
Mi
corazón está herido
con
una herida muy densa.
¿Adónde
irán estos ojos
dolientes
como tristezas?
Temo
que un perro la engañe
con gullería
y zalemas;
o que
la arrastre un mal viento
donde
jamás la devuelva.
Los
perros somos olfato,
instinto,
naturaleza,
y ella
es un chucho inocente
que
tiene el celo a las puertas.
- O yo
ando mal del oído
o
estaba hablando esta bestia.
¿Cómo
es posible que un perro
pueda
contarme sus penas?
Sin
duda tengo en las mientes
historias,
cuentos, leyendas
de
lengua periclitada,
de
antigua prosopopeya.
Vete
de aquí, perro tonto,
vete a
buscar a tu perra.
Yo he
visto a una en la fuente
muy
rozagante, muy bella;
vestida
toda de largo,
con
arrequives y perlas;
con un
lunar en el pecho,
un
corazón y una estrella...
...
¿Adónde vas, perro tonto...?
También
tenía una... ¡Espera!
Siendo
una hora imprecisa
de una
mañana cualquiera,
un
perro desventurado
olisqueaba
a mi puerta.
No
quise echarlo a pedradas,
mas le
ordené que se fuera:
Vete
de aquí, perro tonto,
¿qué
haces oliendo a mi puerta?
Venía
yo de la fuente
con
mucho sol y agua fresca.
Poesía elemental
Mariano Estrada www.mestrada.net Paisajes Literarios
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